Oskar Ollakarizketa: «Participar en un reto solidario
me ha dado una motivación extra»
A sus 55 años, Oskar Ollakarizketa se enroló en una de las experiencias deportivas más extremas: la Titan Desert. Una prueba de mountain bike por el desierto de Marruecos de más de 600 kilómetros y casi 6.000 metros de desnivel. Pero el reto también era otro: recaudar fondos para ANELA, la Asociación Navarra de Esclerosis Lateral Amiotrófica. Junto con Juan Carlos Unzué, además de otras personas, dio forma a kELAmetro solidario, un proyecto que, a través de la venta simbólica de kilómetros, quería conseguir fondos para la investigación de la enfermedad.
Castañeda & Asociados fue una de las empresas que apoyó el proyecto, motivada por la estrecha relación con algunos enfermos de ELA como “Txapela” Armendáriz. El vínculo con el deporte también fue el germen de esta colaboración. Por este motivo, la correduría quería hablar de la experiencia de Oskar en este reto: “Por mucho que te cuente o muchos vídeos que hayas visto, no te das cuenta de lo que es”.
Este informático y biomecánico de profesión acabó en el puesto 159 de la general y el 37 dentro de la categoría Master 50. Un auténtico titán que, además de unas piernas hercúleas, tiene un corazón de oro: “Siempre se puede ayudar”.
¿Cuál es el balance que haces de la Titan Desert?
La verdad que muy bueno, ya que he cumplido todos los objetivos que tenía: dar visibilidad a la ELA, conseguir el mayor número de fondos para ayudar a ANELA (Asociación Navarra de Esclerosis Lateral Amiotrófica) y vivir la experiencia de hacer una prueba por etapas tan dura por el desierto y terminarla para completar el proyecto.
¿Ha sido tan dura como esperabas?, ¿cuál ha sido la mayor dificultad técnica con la que te has encontrado?
Sí que ha sido dura. Por mucho que te cuenten o muchos videos que veas, hasta que no lo vives en persona, no te das cuenta de lo que es.
Se hace muy dura, sobre todo, por las condiciones del clima y el terreno. Hace muchísimo calor, en dos etapas pasamos los 45 grados, hace mucho aire y el terreno es muy duro por la arena y las rocas. No hay nada liso, siempre vas botando en la bici o clavado en la arena, el 90 % del terreno es así. Las mayores dificultades técnicas han sido aprender a leer el terreno para ver por dónde puede pasar la bici sin que se pare por la arena o por el tipo de roca y cómo hacerlo.
¿Te habías preparado no solo físicamente, que es evidente, sino psicológicamente para afrontar la prueba? De hecho, en la segunda etapa falleció el corredor aragonés Ernesto Escolano… Y, por desgracia, en 2019 también había fallecido otro ciclista español.
Llevo toda mi vida pedaleando, por lo cual he vivido muchas experiencias duras encima de la bici y eso me ha ayudado mucho a la hora de gestionar mentalmente el calor, la fatiga y los momentos malos, que son unos cuantos. Es muy importante la cabeza en este tipo de pruebas. Pasas momentos muy malos que hay que saber gestionar para no hundirte y poder solventarlos.
En la etapa que por desgracio murió Ernesto, estuvimos por encima de los 40 grados muchísimo rato llegando a supera los 45. En la salida, a las 08:00, ya hacía mucho calor. Como en todas las etapas era muy importante estar bebiendo y comiendo constantemente, ya que al hacer tanto calor y mucho aire no notas que sudas porque estás en todo momento seco y tienes que tener interiorizado que no puedes dejar de beber aunque no tengas sed. Yo en cada etapa bebía alrededor de seis litros.
Tras conseguir un patrocinio para costear tu participación, contactaste con Juan Carlos Unzué y, de ahí, surgió kELAmetro Solidario. ¿Te dio algún consejo?
Juan Carlos es un sufridor nato. Le he visto siempre darlo todo encima de la bici, como creo que ha hecho y hace en su vida. Me mandó mucho ánimo y me dijo que a por ello y que disfrutase de todo el proyecto y del sufrimiento por la arena. Aunque hay momentos que lo pasas muy mal, la satisfacción al terminar es algo que no se puede explicar, hay que vivirlo.
¿Participar dentro de un reto solitario, ayuda a afrontar la dureza de la carrera?
Pues sí. Yo nunca había participado en un proyecto solidario a nivel personal como en este, donde he estado presente tanto en la creación y la preparación del proyecto, en el desarrollo, así como en la carrera. Aunque yo soy la parte visible del proyecto, tengo que dar las gracias al equipo que ha estado detrás en todo el proceso, sin el cual no hubiera sido posible llevarlo a cabo. Hay muchísimo trabajo detrás que no se ve. Gracias, sobre todo, a mi pareja Silvia, y a Cristina y a Javi, entre otras muchas personas y empresas que nos han ayudado, hemos podido sacarlo adelante. Luego me tocaba a mí pedalear, pero sin ellos no lo hubiera podido hacer.
El participar en algo que sirve para ayudar a los enfermos de ELA, en este caso, me ha dado una motivación extra, ha sido increíble, en vez de darme miedo de si lo iba a poder hacer, me daba la seguridad de que lo iba a hacer fuese como fuese. Lo que yo iba a pasar en la prueba no tiene nada que ver con lo que pasan los que padecen esta enfermedad. Así que, pasara lo que pasara, sabía que lo iba a superar y, por eso, nunca tuve dudas de poder terminar. Hacerlo fue una sensación increíble. También, gracias a mi entrenador Ion Moreno, me preparé bien para hacerlo.
Lo he dicho varias veces, y no me canso de repetirlo. Txapela, enfermo de ELA, me dijo su frase que es “Rendirse no es una opción” por lo que ese ha sido mi lema durante todo el proyecto. Mis compañeros y yo lo hemos llevado a rajatabla.
El dinero recaudado con la “venta” de los kELAmetros irá destinado a ANELA. Y, por lo que tenemos entendido, ha sido todo un éxito. ¿Hay algún reto en el que te apetezca embaucarte ahora mismo?
Sí, todo el dinero conseguido ha ido para ANELA y estamos muy contentos de lo aportado. Ha superado con creces nuestras expectativas. Ahora quiero descansar, pero mi cabeza no para y ya tengo alguna cosa rondando por ahí, aunque no sé, porque es complicado y lleva mucho esfuerzo. Pero cuando pasen unos meses veremos…
¿Cuál es el aprendizaje que te llevas de esta experiencia?
Lo que me queda claro es que siempre se puede ayudar, siempre pensamos “y yo solo… qué voy a hacer…”. Pues mira lo que hemos conseguido, aparte de que, en cuanto te pones y empiezas a hablar con personas, enseguida te das cuenta de que ya no eres tú solo, siempre encuentras a otras personas dispuestas a ayudar. Hay muchas formas de hacerlo, sólo tienes que buscar. Por ejemplo, yo he relacionado el ciclismo que es mi pasión, con poder ayudar a los enfermos de ELA y mezclando las dos cosas mira lo que hemos conseguido.
Así que lo que me llevo es que siempre podemos ayudar. Yo siempre digo: “Si haces cosas, pasan cosas”. Si te quedas en el sofá de casa, no pasa nada, por lo tanto hay que moverse, hay que hacer algo por ti y por los que te rodean.
Me quedo con que he conocido a unas personas admirables. Los enfermos de ELA que he conocido y sus familias, a pesar de su enfermedad y los problemas que tienen, los ves siempre con una sonrisa y unas ganas de vivir que le dan sentido al título del documental de Juan Carlos “Vivir valELA pena”. Seguro que tendrán sus momentos malos, como todos, pero la verdad que he alucinado con ellos, no me puedo sentir más orgulloso de poder haber aportado un granito de arena.